¿Por qué los Cachetes del Guepardo están Manchados de Lágrimas?

Kwasuka sukela (érase una vez), un cazador perezoso se sentó a los pies de un árbol mientras observaba una manada de gacelas pastar en un campo cercano. Disfrutaba tanto de la sombra del árbol y de la suave brisa, que no tenía ganas de cazar. Pero, al poco rato, el cazador notó que un guepardo se acercaba a la manada… y el guepardo sí tenía ganas de cazar.

El cazador vio al guepardo arrastrándose por la hierba hacia una pequeña gacela que se había alejado de la manada. De repente, el guepardo saltó hacia adelante y corrió tan rápido que el cazador apenas pudo verlo. Cheetah era una gran cazadora y atrapó a la gacela sin demasiado esfuerzo.

El cazador vio a la guepardo llevar su premio a sus tres cachorros, que la esperaban en un lugar de sombra cercano.

El cazador perezoso pensó: “Si tuviera a alguien que cazara así por mí, podría pasar todos los días durmiendo la siesta a la sombra de este árbol.”

Entonces, ¡el cazador tuvo una idea!

Esperó que la madre guepardo fuera a buscar agua al pozo y entonces se arrastró hasta donde estaban escondidos los tres cachorros, esperando que su mamá regresara. Los cachorros eran demasiado pequeños para tener miedo del cazador. El cazador los miró, tratando de decidir cuál robar. Finalmente decidió tomar los tres: ¡los cachorros cazarían por él y le harían la vida más fácil!

Cuando la madre guepardo regresó y descubrió que sus cachorros no estaban, se le rompió el corazón. Lloró, se lamentó y lloró por sus hijos perdidos. Lloró toda la noche y todo el día siguiente hasta que las lágrimas mancharon sus mejillas. Lloró tanto y tan fuerte, que un anciano la escuchó y se acercó a averiguar qué le pasaba.

Al saber lo que había sucedido y quién era el responsable, el anciano fue rápidamente a contar a los ancianos de la aldea lo que había hecho el cazador perezoso.

¡Los ancianos se enfurecieron!

El cazador perezoso era un ladrón y había deshonrado a la tribu al romper la tradición: los cazadores deben usar solo su propia fuerza y ​​habilidad para cazar.

Los aldeanos encontraron al cazador perezoso, le ordenaron que se fuera lejos y no volviera jamás, y llevaron a los tres cachorros de guepardo con su madre.

La mamá guepardo y sus cachorros estaban encantados de volver a estar juntos, sanos y salvos. Sin embargo, el rostro de la mamá guepardo se había manchado de lágrimas para siempre.

Hoy en día, los guepardos todavía lucen los cachetes manchados de lágrimas para recordar a los cazadores que cacen con honor.Adaptado por Dana Stewart de varias fuentes, incluidas esta and esta, además de “A world full of animal stories: 50 favourite animal folk tales, myths and legends”, McAllister y Aitch, Frances Lincoln Children’s Books, 2017.